MAURICIO SILVA
En 1918, el médico colchagüino Nicolás Palacios dijo que sí existía la raza chilena y escribió un libro bajo ese nombre que ensalzó la mezcla entre nativos mapuches y conquistadores españoles "godos". Resultado de tal mestizaje era el "roto", epítome de las virtudes cívicas y guerreras de ambas ascendencias.
Un siglo de avances en la antropología, la historia y la biología desechó el carácter científico de sus postulados de ideología racista. Subsiste sí la fascinación por la pregunta acerca de nuestra identidad nacional.
Científicos del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá (Uta) quieren aproximarse a ella usando la poderosa herramienta en que se ha convertido en los últimos 15 años la biología molecular. Para ello, recogen muestras de sangre y registran los rasgos físicos de 1.500 uniformados de la VI División del Ejército.
El genetista Francisco Rothhammer ya se valió del ADN de momias y etnias originarias para rastrear el origen del poblamiento de América. Hoy quiere desentrañar las claves del patrimonio genético del chileno medio y su relación con las enfermedades hereditarias.
Pero se apresura a aclarar. "Hoy hablar de razas humanas está obsoleto", dice, en el nuevo laboratorio de Genómica Humana de la Uta.
El objeto de estudio son poblaciones humanas que, si bien comparten el mismo patrimonio genético, difieren en la recurrencia de sus genes y en su cultura.
Prevenir enfermedades
El síndrome metabólico tiene como secuelas obesidad, presión alta, diabetes, cálculos a la vesícula y cáncer a la vía biliar. Su mayor frecuencia (o recurrencia) ocurre entre pueblos originarios chilenos.
La etnia pima, de Arizona, registra la tasa mundial más alta de diabetes. Un judío asquezaní tiene mayor probabilidad de sufrir el mal de Tay-sachs, causado por un gen defectuoso en el cromosoma 15, que causa ceguera, sordera y daña la capacidad mental y física. Y un afronorteamericano tiene el 8% de probabilidad de sufrir de anemia falciforme (deformación de los glóbulos rojos).
Relaciones como éstas son las que establecerá la investigación. Por eso, junto a la muestra de sangre y mediciones físicas, los voluntarios del Ejército están proporcionando a los investigadores su historial médico y el de sus familias.
El grupo de estudio fue escogido por su representatividad, ya que el personal militar acantonado en Arica proviene de todas las regiones del país.
El mapa genético en elaboración no sólo está registrando los porcentajes de genes amerindios, europeos y africanos, clásicos en la población latinoamericana. También, las recientes migraciones asiática, peruana y colombiana, y diferencias entre las propias etnias originarias. Esta interfase entre genética de poblaciones y mapeo genético de enfermedades busca guiar políticas de salud pública.
Publicado el 24/11/2010
Fuente: El Mercurio |